Año X

nº 5

Septiembre 2005

                          

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El mar es una masa que forma el 75% del mundo; contiene todos los minerales, aporta la temperatura necesaria para aclimatar el planeta y que exista la vida, es el medio de todas las células del ser humano... y también puede salvarnos la vida a sorbos.

 

  Gotas de vida

 

 

 

En el siglo XIX la intuición de un hombre autodidacta descubrió que el líquido que permite la vida en el cuerpo humano tiene la misma fórmula que el agua de mar. Y que la mayoría de las enfermedades que asolaban la sociedad de su tiempo se debían a desequilibrios en ese líquido, que dificultaba el aporte de nutrientes en todo el organismo. René Quinton ya no tiene la presencia en la memoria colectiva que tuvo, pero sus descubrimientos siguen siendo no sólo actuales, sino imprescindibles.

 

Darwin se había fijado en la evolución de las formas de vida en el mundo y dedujo que el hombre era el eslabón más perfeccionado. Quinton se fijó en el principio de esa cadena, en las primeras formas de vida en el océano primigenio. Se interrogó sobre el porqué se mantenían determinadas constantes de los primeros tiempos (temperatura, condiciones de medio interno) miles de años después, con un coste energético muy alto. Llegó a la conclusión de que la vida surgió hace millones de años en unas concretas condiciones ambientales y durante toda su existencia tiende a mantener esas condiciones para sobrevivir. En todos los seres surgidos del océano primigenio, el plasma es el líquido en el que viven las células, el lubricante entre los tejidos, en su seno se da el intercambio de nutrientes y es lo que permite la movilidad sin que la fricción ocasione daño. En el ser humano, el plasma constituye el 33 % del líquido total del organismo o sea, el 20% de su peso, 15 litros. Y es agua de mar, simplemente. Que se filtra y se interactúa a través de los microcapilares, una red microscópica que se extiende por todos los rincones del ser humano y que en línea ocuparía 100.000 km. de longitud.

 

El agua del océano es en un 96,5 % agua pura. Pero su elemento más abundante es el oxígeno, que se encuentra en forma de gas disuelto que absorben los peces a través de las branquias mientras los mamíferos marinos lo toman directamente de la atmósfera. Ese oxígeno surge de la función de las plantas que forman el fitoplancton, y deja de producirse con la contaminación, rompiendo el proceso de creación de vida. Los otros elementos vitales son el fósforo, nitrógeno y silicio. De una forma químico-biológica participan en la fabricación de proteínas, los "ladrillos" de la vida.

 

En el siglo XIX ya se había observado que el agua de mar tiene una concentración en sales que triplica el contenido de la sangre humana, pero la proporción de iones es muy parecida. En especial los electrolitos sodio, potasio, calcio y yodo. En el transcurso de las edades geológicas, con la evolución del propio mundo, el agua del mar se ha ido volviendo más salada, más concentrada. Varios investigadores habían apuntado el hecho como anécdota, pero fue René Quinton, con una curiosidad más de hombre del Renacimiento que de francés decimonónico, el que desarrolló las investigaciones y elaboró la Teoría de la Constancia General.

 

René Quinton, el hombre. Nacido en Chaumes-En-Brie (Francia) en 1867, falleció en París en 1925. A los 37 años (1904) demostró en laboratorio que el plasma marino era idéntico, física, química y fisiológicamente, al líquido de nuestro medio interno. Todo había empezado en 1897 cuando, aquejado de tuberculosis pulmonar, comentó su caso con un amigo sacerdote jesuita, que le refirió un texto de Platón. El filósofo griego comentaba que de sus males lo sanaron unos sacerdotes egipcios con "la cura marina". Autodidacta, atrevido y hambriento de conocimientos, fue meditando en las formas de vida de la tierra, en sus características, en el omnipresente mar y fue diseñando experimentos para comprobar sus ideas y para sanarse. Consultó a los expertos de su tiempo, que reconocían su intuición, pero desconfiaban de la valía de sus propuestas y llegaron a temer su ilimitada osadía. Curado, nadie pudo impedir que siguiera sus hipótesis. Y después de ensayos y experimentos límite, Quinton desarrolló la teoría de la Constancia General, que devolvía al ser humano su condición de forma viva surgida de los océanos. Tuvo enfrentamientos con la clase académica establecida, con la opinión pública, con los defensores de Darwin y cómo no, con la iglesia católica. Pero sus pruebas fueron inatacables.

 

Siguiendo una intuición absolutamente autodidacta, empezó haciendo transfusiones de agua de mar en perros (sustituyó todo su volumen de sangre por agua de mar), aprovechando las instalaciones del Colegio de Francia en Montpelier (1898 a 1905). Sus descubrimientos se basaban en una materia prima gratuita, el agua del mar, lo que abarataba los costes y ponía el tratamiento al alcance de millones de personas. Fueron aplicados en Montpelier, Lyon, Londres, varias ciudades de Egipto, se abrieron docenas de dispensarios, se curaron miles de casos de desnutrición infantil. Todo documentado y con testigos, porque Quinton quería promocionar su descubrimiento como una forma sencilla, "ecológica" y barata de ayudar a las clases económicamente débiles. Se basaba en que el agua de mar es un excelente nutriente, un revitalizador celular y sus elementos se encuentran en estado biodisponible.

 

 

Beber agua de mar.  El producto que elaboró René Quinton es, por definición del Diccionario Vidal de 1975 (el vademécum francés) "agua de mar natural en ampollas inyectables y/o bebibles. Bebida isotónica apirógena con un Ph de 7,2, preparada en medio estéril, sin elevación de temperatura, contacto metálico ni procedimiento eléctrico, lo que preserva su condición de medio vivo. Contiene los 92 elementos conocidos y todos los oligoelementos. Se recoge a 10 m. de profundidad (zona de penetración solar) en condiciones de pureza".

 

Los descubrimientos de Quinton han sido adoptados por la Medicina Homeopática, son temática de estudio en la Universidad de La Laguna (Tenerife) y ya se comercializa en España un agua isotónica siguiendo los procedimientos de Quinton de microfiltrado en frío (él usaba arena). Pese a haber sido revolucionario en su momento, el método ha pasado una etapa sombría y hoy en día se reivindica como un tratamiento indicadísimo para grandes capas de la población mundial. De la mano del entusiasta Laureano Domínguez, es en Colombia donde ha tenido una mayor aceptación y donde el colectivo médico ha abierto ya siete dispensarios, enfocados a una población económica y sanitariamente débil. Han continuado la línea de investigación de Quinton y han ampliado el campo de actuación a toxicodependencias y enfermedades bacteriológicas.

 

En dermatología se aplica para la psoriasis y el eccema, en ginecología para la menopausia y sus síntomas, para la hiperpresión del oído interno (Ménières), en odontología y en metabolismo interno. El agua de mar microfiltrada en frío regula el Ph estomacal e intestinal, mejora a los asmáticos y a los alérgicos. Y su ingesta por vía oral regula el equilibrio de los iones de Potasio, Sodio, Magnesio y Calcio. Las continuas investigaciones avalan sus beneficios sobre bulimia, inapetencia, meteorismo, molestias digestivas,  cansancio general, debilidad senil, quemaduras, obesidad y sobrecarga metabólica.

 

El ácido hialurónico es el componente esencial de la matriz extracelular, el polímero más antiguo de la evolución. Su viscosidad dificulta la difusión de los gérmenes; su escasez facilita el reumatismo, los procesos cancerígenos y los primeros pasos de la insuficiencia cardíaca.  Ya en 1753 Charles Russell, desde Oxford, comentaba que "hay que beber agua de mar".

 

 

 

Inmersión en agua de mar.  La Talasoterapia es uno de los tratamientos milenarios más hedonistas para beneficiarse del agua de mar. Su nombre deriva del griego "thalassa" (mar) y "therapia" (tratamiento).

 

Los baños de mar como tratamiento para distintas enfermedades ya estaban recogidos en papiros egipcios sobre medicina. Uno de ellos incluso narra que la mítica Nefertiti, que reinó en Egipto 1400 años antes de Cristo, se aplicaba un preparado a base de limos marinos del delta del Nilo para curar la bacteria Clamidia que amenazaba su ojo. Era un antibiótico natural con el que evitó quedarse ciega y  consiguió que las aguas del Nilo tuvieran su lugar en la leyenda. Homero refirió que los baños de mar eran la forma en que Ulises recuperaba fuerzas; Hipócrates, el griego conocido como "padre de la medicina", recomendaba baños y cataplasmas como tratamiento para diferentes dolencias.

 

A lo largo de la Edad Media el agua de mar se siguió utilizando en diversos tratamientos (muy elitistas, puesto que la mayoría de la población no vivía en la costa) basándose siempre en la creencia, cada vez más extendida y estudiada, de las propiedades desinfectantes y curativas del medio marino. En el siglo XVIII se puso de moda en Inglaterra los baños termales con agua del mar calentada en grandes recipientes, práctica que rápidamente se extendió por el resto de Europa. Surgieron verdaderas ciudades termales que dieron paso posteriormente a los primeros centros de talasoterapia en los que además se ha ido potenciando el aprovechamiento del aire impregnado de sales marinas.

 

Los oligoelementos presentes en el mar (yodo, sodio, potasio, zinc, etc.) y que no se encuentran en el agua dulce tienen efectos curativos para tratar determinadas enfermedades. Cuando la piel entra en contacto con el agua de mar, absorbe por ósmosis esos elementos, que intervienen en la mejoría de enfermedades respiratorias, musculares, infecciosas y cardíacas. La densidad del agua salada (2,5 veces la del agua dulce) permite, además de una mayor flotabilidad, que los movimientos sean más fáciles de realizar, lo que favorece que se produzca una mayor relajación muscular, rebaja el stress y alivia la carga de las articulaciones. A su vez, las olas ejercen sobre el cuerpo una acción equivalente a un hidromasaje natural. Es eficaz para tratar problemas de obesidad, insomnio, osteoporosis y asma. Favorecen la circulación  de la sangre, revitalizan los tejidos y son desinflamatorias.

 

Además del agua, el mar proporciona un componente esencial en el reestablecimiento y mejoría de la salud, el clima. El aire marino está saturado de minúsculas gotas de agua de mar y es rico en ozono, yodo e iones negativos. Son propiedades antibióticas, calmantes del sistema nervioso y además estimulan la acción de las defensas del organismo. Y como las costas suelen ser zonas de viento, al golpear sobre la piel se va depositando en un "masaje" sales marinas, que va siendo absorbido paulatinamente. El ser un ambiente húmedo facilita el descenso de la tensión arterial, y la consecuente relajación, máxime si la temperatura se mueve entre los 20 y 30 grados.

 

En el Planeta Azul somos seres marinos.

 

 

 

Leyes de la Teoría Marina

 

Con cuatro leyes Quinton llegó a la conclusión que dio forma a su Teoría de la Constancia General. Textualmente son:

 

* Ley de la Constancia Térmica. Frente al enfriamiento del globo, la vida aparecida en estado de célula a una temperatura determinada para su elevado funcionamiento celular, en los organismos indefinidamente suscitados a este efecto, tiende a mantener esta temperatura de los orígenes.

 

* Ley de la Constancia Marina. La vida animal, aparecida en estado de célula en los mares, tiende a mantener las células constitutivas de los organismos para su funcionamiento celular elevado, a través de las series zoológicas, en el medio marino de los orígenes.

 

* Ley de la Constancia Osmótica. La vida animal, aparecida en estado de célula en mares de una concentración salina determinada , ha tendido a mantener, para su funcionamiento celular elevado, a través de la serie zoológica, esta concentración de los orígenes.

 

* Ley de la Constancia Luminosa. En un medio oscuro, es decir, sin uno de los factores originales de la vida, ésta simplemente reconstruye ese factor ausente.

 

Y por tanto

Ley de la Constancia General. Frente a las variaciones de todo orden que pueden sufrir en el curso de las eras los diferentes hábitats de la vida animal, aparecida celularmente en condiciones físicas y químicas determinadas, estás tienden a mantener, para su funcionamiento celular elevado, a través de la serie zoológica, estas condiciones de los orígenes.

 

Marga Alconchel

 

 

 

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