Año XII

nº VI

Enero 2007

                          

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  Hoteles Submarinos  

 

 

Si Julio Verne levantase la cabeza, vería que además de haberse convertido en referente de la novela de ciencia-ficción vería también controvertidos debates de su posible poder adivinatorio. Una de sus obras maestras, 20.000 leguas de viaje submarino, la detallada descripción de la vida a bordo del famoso Nautilus, ha inspirado los actuales logros de  construcciones para vivir bajo el manto marino.

Vivir bajo el mar, pasar cortas o largas estancias con toda comodidad es hoy una realidad. Previamente a esta realidad han habido muchos experimentos por parte de diferentes países con mayor o menor éxito, Cousteau indagó y gestiono varios proyectos de los que nos ha ido haciendo partícipes a través de sus filmaciones. Los años sesenta setenta han sido testigos de las más relevantes, incluso la armada española realizó un proyecto para la construcción de un hábitat submarino, pero la  falta de presupuesto  freno la vía de investigación.

Actualmente estamos siendo testigos de millonarias construcciones de hoteles de lujo bajo el mar. El fantástico "Poseidon"  en las Fiji del que ya se pueden hacer las reservas, (aún sin estar finalizado). El no va más de Barei, "Hydrópolis", un super hotel, que al igual que todo lo que se está construyendo en este Emirato Árabe, todo ha de ser lo más espectacular, mejor, más grande y lo más lujoso. Mallorca también parece ser uno de los lugares elegidos para la construcción de un segundo "Hydrópolis", aunque las últimas noticias apuntan a que este último no se hará realidad. Los Emiratos Árabes apuestan por la construcción de dos de estos hoteles en Europa.

Todos estos hoteles serán accesibles desde la superficie mediante pasillos y ascensores, que transportarán a los clientes a sus respectivas habitaciones, sean estos buceadores o no, y presumo que también estarán a la misma presión que en superficie, para evitar los cambios de presión a los visitantes y no sufran además, con la compensación de los oídos.

En la actualidad existe un hotel (lodge) submarino propiamente dicho, del que no sobresale nada en superficie, excepto los umbilicales bien camuflados en el manglar  y al que sólo se puede acceder buceando, ya que la entrada se encuentra a diez metros bajo el mar, manteniendo dos atmósferas de presión en su interior, nos referimos al Jules, situado en cayo largo (Florida)

El Jules comenzó siendo un laboratorio de investigación, un hábitat subacuático usado para explorar la plataforma continental de la costa de Puerto Rico. Sus creadores, Ian Koblick, experto y prestigioso acuanauta, con un largo curriculum en  habitats submarinos, siendo además un reconocido defensor de los océanos, y  el Dr. Neil Monney ingeniero y diseñador del Jules, dieron marcha al proyecto hace veintiún años, bautizándolo con el nombre de Julio, en honor al admirado Julio Verne. La ubicación final de Jules ha quedado en Laguna Esmeralda, funcionando desde entonces para los turistas con ganas de experimentar nuevas emociones. Actualmente su publicidad (muy escasa) va dirigida principalmente a parejas de novios, celebración de bodas submarinas, (ya son varios los matrimonios celebrados), paquetes familiares incluido niños, y como no las certificaciones de acuanautas, al superar las veinticuatro horas de permanencia a saturación.

Al lugar se llega por una estrecha carretera, en cuyo final encontramos un restaurante (chiringuito) y un cartel con un prohibido el paso, donde se encuentra el centro de Jules Undersea. Lo primero que nos llama la atención es la espuma sobre el agua en la pequeña playa... A la entrada del centro encontramos un mini submarino, una torreta de inmersión y otros que adornan el entorno, una espléndida tienda llena de souvenirs; junto al centro de buceo, en frente vemos laguna esmeralda, y un sin fin de burbujas que salen del fondo, producto de la ventilación del Jules.

Provistos de nuestros equipos, nos sumergimos guiados por el cabo que une con la entrada del Jules, la visibilidad es nula, no llega al metro, el agua de color verde sucio, apenas deja penetrar la luz del sol, la estructura no es visible y mucho menos la entrada que se encuentra a escasos centímetros del fondo; un pequeño empujón de Jessica (directora de reservas) nos introduce en el interior; no hay compuerta, la entrada queda como una pequeña piscina en el suelo del hábitat, al estar igualadas las presiones interior exterior, curioso ver los profundímetros marcar en seco.

El interior se divide en tres compartimentos, el central, por donde se entra y se dejan los equipos, una ducha y el aseo, en el compartimiento de la derecha se encuentra el cuarto común donde puedes comer, ver videos, TV o leer, un gran ojo de buey de un metro de diámetro muestra el fondo de la laguna (cuando hay visibilidad), al fondo está la cocina, el fregadero, nevera y microondas. En el compartimiento izquierdo se encuentran los dos dormitorios, cada uno con vista al exterior por los ojos de buey del mismo tamaño que el de la sala, en cada uno hay una cama de 105 cm. y arriba cuelga una litera, también un lavabo. Este pequeño hotel tiene capacidad para seis personas, es espacioso, y alto, todo un lujo de estancia para quienes hemos pasado por cámaras de descompresión.

El aire es fresco y la temperatura agradable, el olor insoportable, (estaban de mantenimiento con el inodoro), dispone de música estero y teléfono con el exterior, la comunicación con superficie es permanente y buena, dispone de medidas de seguridad para posibles emergencias. La estructura está posada sobre el fondo por 4 pernos, tiene una longitud de 15 metros y una anchura de 6, la altura es de 3,35 metros, construido con acero y acrílico.

Las camas son cómodas y el andar por las estancias también, se podría vivir perfectamente en el Jules (sino fuera tan caro...), toda una experiencia de vida a saturación. Lástima de visibilidad, debería de haber un filtrado para asegurar la limpieza de la pequeña laguna; la entrada y salida se hace un tanto tenebrosa y es seguro que decepciona, los comentarios entre los visitantes iban en este sentido, algo de lo  que se dejaba constancia a la marcial Teresa, vicepresidenta del Jules.

Además de los hoteles submarinos, podemos pasar veladas exquisitas degustando nuestro plato preferido, en uno de los muchos restaurantes que tienen su comedor bajo el agua, bien bajo un tanque de tiburones, como es el caso de Sea World en Orlando, o en los arrecifes de coral de Eilat (Israel); Japón y otros se van sumando a esta nueva tendencia, otros muchos suplen estas costosas inversiones con vistas al interior de piscinas, en Houston tenemos dos de estos ejemplos.

 

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