Año XII

nº VI

Julio/Agosto 2007

                          

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Mell Fisher, famoso buscador de tesoros submarinos, saltó a la fama en 1985 al anunciar el hallazgo del galeón español "Nuestra Señora de Atocha" cargado de oro, plata y piedras preciosas. Parte de estos tesoros pueden contemplarse en el Museo que lleva su nombre en Key West  (Florida)

 

El Mel Fisher Maritime Museum, fue fundado por Mel Fisher en 1982 como una organización de investigación, pasando a ser un museo tras una extensa donación de tesoros y objetos históricos, concertado por Fisher  en 1986. Guarda la mayor colección de tesoros recuperados a nivel individual, de galeones españoles hundidos desde finales del siglo XV hasta mediados del XVIII.  La mayor parte de la colección está compuesta por más de 85.000 objetos de los galeones españoles Nuestra Señora de Atocha y Santa Margarita. Y en menor importancia en cuanto a materiales preciosos, los restos de los naufragios del St. John, nave española sin identificar, y el Henrietta Marie de 1700, una nave mercante inglesa de transporte de esclavos que zozobró bajo circunstancias desconocidas treinta y cinco millas al oeste de Key West. Poco antes del accidente, había vendido un cargamento de 190 africanos cautivos en Jamaica.

Entre las piezas de estas naves se encuentran dos de los hallazgos más espectaculares de Fisher: un  plato de oro y el cáliz, también de oro, utilizado para detectar vino envenenado... una pesada cadena de oro de sacerdotes,  la única muestra conocida de un collar o cinturón, un astrolabio del Siglo XVII  y docenas de esmeraldas de contrabando cuyo descubrimiento fue una gran sorpresa para Fisher, al igual que para todos los demás.

La historia del hundimiento y recuperación de los galeones Nuestra Señora de Atocha y el Santa Margarita, escrita por la fundación Mel Fisher:

El 4 de septiembre de 1622 la flota Tierra Firme de veintiocho embarcaciones partió de La Habana camino a España. En ella se cargaba la riqueza de un imperio; plata de Perú y México, oro y esmeraldas de Colombia, perlas de Venezuela. Cada embarcación llevaba su tripulación, soldados, pasajeros y todos los materiales y provisiones necesarios para un viaje exitoso. El día siguiente, al entrar al Estrecho de la Florida, la flota fue alcanzada por un huracán. La mañana del 6 de septiembre, ocho de estas embarcaciones yacían en el fondo del mar en trozos esparcidos desde Marquesas Keys hasta Tortugas. En ellos se encontraban los tesoros de América y las   historias sin contar de muchos marineros y  soldados, miembros de la nobleza y del clero español.

Nuestra Señora de Atocha, la cual estaba muy armada, navegaba como el almirante, o retaguardia de la flota. Como tal, seguía al resto para prevenir un ataque de la flota por detrás. Para mayor protección, llevaba el nombre del más sagrado de los santuarios de Madrid. Había sido construida para la corona, en La Habana en 1620 y pesaba 550 toneladas. Tenía 112 pies de eslora, 34 pies de manga y  4 pies de calado.  Llevaba palos trinquetes y mayores con velas cuadras y un palo de mesana con vela latina. Atocha tendría el castillo de proa alto, combés bajo y castillo de popa alto de un galeón típico de comienzos del  Siglo XVII. Había hecho solamente un viaje previo a España, durante el cual su palo mayor se quebró y tuvo que ser reemplazado. Para el viaje de regreso de 1622, Atocha llevaba una carga que actualmente es difícil de concebir.  ¡24 toneladas de plata en 1038 lingotes, 180,00 pesos en monedas de plata, 582 lingotes de cobre, 125 barras y discos de oro, 350 cofres de índigo, 525 fardos de tabaco, 20 cañones de bronce y 1,200 libras de platería trabajada! A esto se puede añadir artículos pasados de contrabando para evitar impuestos, y joyas y bienes personales no registrados. Ciertamente, todo esto constituía un tesoro de la talla de cualquier otro acumulado seguro.

Nuestra Señora de Atocha se hundió con 265 personas a bordo. Sólo cinco de ellas, tres marineros y dos esclavos, sobrevivieron al aferrarse del tocón del palo de mesana, que fue la única parte del galeón naufragado que no se hundió. Los socorristas trataron de entrar al casco sumergido, pero encontraron las escotillas firmemente aseguradas. Los 55 pies de profundidad del mar eran demasiado para permitir que trataran de abrirlas. Señalaron el lugar donde zozobró y pasaron a rescatar a la gente, y el tesoro de la Santa Margarita y Nuestra Señora del Rosario, otras embarcaciones que también sucumbieron a la tormenta. El 5 de octubre, un segundo huracán azotó la zona y destruyó aún más los restos del Atocha. Durante los siguientes 60 años, equipos españoles de salvamento buscaron el galeón, pero nunca encontraron rastro alguno. Parecía que había desaparecido para siempre.

En 1969, Mel Fisher y su tripulación de Treasure Salvors inició la asidua búsqueda del tesoro del Atocha, la cual duró dieciséis años. Utilizando deflectores en sus hélices que habían inventado, para mover la arena, a los que llamaban “buzones”, y magnetómetros de protones especialmente diseñados, se pasaron años siguiendo el rastro de los esquivos restos, en ocasiones sin encontrar nada durante meses, para luego encontrar pedacitos de tesoro y artefactos que tentadoramente indicaban la   proximidad del galeón y su cargamento.

En 1973, se encontraron tres lingotes de plata cuyos pesos y numeración  correspondían al manifiesto del Atocha, el cual había sido copiado del original en el archivo de indias de Sevilla. Esto verificó que Fisher estaba cerca del filón principal de los restos de la nave.  En 1975, su hijo Dirk encontró cinco cañones de bronce cuyas marcas concluyeron la identificación del Atocha. Apenas unos cuantos días más tarde, Dirk y su esposa Angel y el buzo Rick Gage murieron cuando una de las embarcaciones de salvamento zozobró. A pesar de ello, Fisher y su intrépido equipo perseveraron.

Para 1980, habían encontrado una porción significativa de los restos del Santa Margarita, junto con una fortuna en barras de oro, joyas y monedas de plata. El 13 de mayo de 1980, el hijo de Fisher, Kane, descubrió una sección completa del casco de madera del Margarita bajo el peso de las piedras de lastre, obuses de hierro y artefactos de España del Siglo XVII. El 20 de julio de 1985, Kane Fisher, capitán de la embarcación de salvamento Dauntless, envió un jubiloso mensaje a la oficina de su padre, "Guarda las cartas. ¡Encontramos el filón principal!" La eufórica tripulación describió su hallazgo como un arrecife de barras de plata. Al cabo de días, las marcas del fletador en los lingotes fueron verificadas con el manifiesto del cargamento del Atocha, lo cual confirmó la afirmación triunfal de Kane. Finalmente, se había encontrado el filón principal de los restos, y comenzó la excavación de lo que comúnmente se denominaba “los restos de la nave naufragada del siglo”.

Rápidamente, Duncan Mathewson, el arqueólogo principal de Mel Fisher, reunió un equipo de arqueólogos y conservadores de todo el país para garantizar que los artefactos y el tesoro fueran debidamente excavados y preservados. Ya que había yacido en el fondo del mar durante tres siglos y medio, gran parte de él se encontraba en un estado inestable. La preservación inmediata era necesaria para prevenir su destrucción una vez que saliera de su tumba de agua salada.

Actualmente, los objetos y tesoros del Atocha y Margarita constituyen la parte principal de la colección del Mel Fisher Maritime Heritage Society Museum. Entre los artículos encontrados entre los restos se encuentran una fortuna en lingotes y monedas de oro y plata que estaban destinadas a los cofres de España; un cinturón de oro sólido y un collar engastado con piedras preciosas; un cáliz de oro diseñado para prevenir que los que tomaban de él fueran envenenados; una placa de oro con elaboradas decoraciones; una cadena de oro que pesa más de siete libras; una multitud de esmeraldas de contrabando, entre ellas un impresionante cristal hexagonal sin cortar de 77.76 quilates que los expertos han determinado proviene de la mina Muzo en Colombia; joyas religiosas y seculares; y platería.

Lo que al final de cuentas quizá sea más importante, con el tesoro se encontró un sin número de artículos que brindan un entendimiento de la vida durante el Siglo XVII, particularmente la vida marítima: excepcionales instrumentos de navegación, armamentos militares, herramientas de diversos oficios, recipientes de cerámica, loza y hasta semillas e insectos. Una porción del casco inferior del Atocha fue examinada y luego recuperada para ser guardada en una laguna protegida de Florida Keys Community College, lo cual lo pone a la disposición de investigadores interesados. Tras un largo proceso de conservación, los muchos artefactos de Nuestra Señora de Atocha y Santa Margarita ahora son parte de una exhibición permanente en el Mel Fisher Maritime Museum, una entidad sin fines de lucro. Aproximadamente 200.000 personas visitan el museo de Key West anualmente 

El ancla del Nuestra Señora de Atocha,  recuperada 350 años después por Mel Fisher, fue donada en octubre de 1999 por la ciudad de San Agustín en Florida (EE.UU.), fundada en el año 1565 por el insigne marino asturiano Don Pedro Menéndez de Avilés, donde estuvo expuesta largo tiempo, junto a los restos del galeón. Actualmente puede verse libremente en el Museo de Anclas Philippe Cousteau en Salinas, Principado de Asturias (España)

Además de los tesoros del Atocha y el Margarita, principales estrellas del museo, otros dos restos de navíos completan la exposición: el St. John, una embarcación española sin identificar, hundida en Bahamas alrededor del 1560 de la que se han recuperado importantes objetos valiosos, así como enseres que revelan importante información de los gustos estéticos de la España colonial y los patrones de intercambio de la época. Es evidente la adaptación europea a la práctica americana de fumar tabaco. La plata del nuevo mundo en los bolsillos de los marineros estaba destinada a ser gastada en puertos europeos. La presencia de animales domésticos del viejo mundo en el barco, tales como caballos, cerdos y vacas, muestra que para aquellas épocas, éstos tenían un impacto en ambos lados del Atlántico

El Henrietta Marie del que se cree es la mayor fuente del mundo, de objetos tangibles de los primeros años de la trata de esclavos. Como tal, ha resultado ser una "mina de oro" de información acerca de un periodo crucial en la historia africana, europea y americana. Los artefactos de cualquier aspecto de la trata marítima de esclavos son extremadamente escasos.  Entre los objetos encontrados en el lugar del Henrietta Marie, se encuentran más de ochenta pares de grilletes, dos cañones de hierro fundido, cuentas de intercambio de vidrio de Venecia, barras de hierro para el intercambio comercial, “colmillos de elefante”  y una extensa colección de picheles, tazones, cucharas y botellas de peltre hechas en Inglaterra. Los restos parciales del casco de la embarcación han permitido su reconstrucción. Un “tesoro” Igualmente valioso es menos tangible: la abundancia de información que los investigadores han podido descubrir acerca de la compleja trata marítima de esclavos y las raíces de la injusticia social que aún existe actualmente. En mayo de 1993, miembros de la National Association of Black SCUBA Divers (Asociación Nacional de Buzos Negros de SCUBA) colocaron una placa conmemorativa en el lugar del Henrietta Marie. La simple placa de bronce, la cual está orientada hacia las orillas africanas a miles de millas de distancia, tiene el  nombre de la embarcación y dice,  "En memoria y reconocimiento de la valentía, el dolor y el sufrimiento del pueblo esclavizado africano. Mencione su nombre y gentilmente llegue al alma de nuestros ancestros”.

Actualmente se continua trabajando en estos pecios, 'todavía queda oro', dijo el hijo de Mel Fisher, Kim de 49 años, consejero delegado de la empresa Mel Fisher's Treasure, que agrupa las 30 compañías relacionadas con la familia.

El pasado 16 de junio, saltó la noticia de nuevos hallazgos en el Santa Margarita. Sean Fisher, nieto del desaparecido Mel Fisher. declaró que es el descubrimiento más valioso de este navío  en 27 años. Entre las piezas extraídas figuran ocho cadenas de oro, once objetos ornamentados, siete sortijas y una barra de oro, así como monedas de plata.  Una caja forma parte del tesoro de la goleta "Santa Margarita", compuesta por unos 1000 objketos, entre cadenas, barras y sortijas de oro, valoradas en un millón de dólares, que fueron extraídos por buceadores "cazatesoros" de la firma Blue Waters Venture, asociada a la fundación Mel Fisher.

Fisher murió en 1998, pero sus hijos continúan buscando más tesoros de galeones españoles hundidos en las costas de Florida. Tienen concesiones para la búsqueda de tesoros en las flotas españolas del 1715 y 1733, ambas de las cuales se hundieron cerca de la costa del Atlántico en la región continental de Florida. Los Fisher también tienen operaciones en las localidades del Nuestra Señora de Atocha y del Santa Margarita. Detrás del museo, supervisan las ventas de auténticas monedas de oro y plata rescatas del mar, así como réplicas de estas. 

Un museo lleno de tesoros e historia que nos remonta al vivir de hace cuatro siglos, donde los conquistadores españoles hacían sus fortunas descubriendo nuevos mundos. Ese nuevo mundo que con el pasar de los años se iba convirtiendo en el más rico y poderoso.

Recomendamos su visita, no sólo por el interés histórico del Museo Mel Fisher, sino también por el espectáculo geográfico que ofrece el viaje por carretera hasta key West (Cayo Hueso). La Overseas Highway, una larga carretera mar adentro de 193 Km. que sorprende desde el aire, y mucho más disfrutarla en coche. Un recorrido desde el sur de Miami comenzando en Key Largo hasta Key West,  última isla donde se encuentra la milla cero de la US nº 1. después de pasar sobre 43 puentes y 32 Cayos (islas pequeñas); dejando a un lado el Océano Atlántico y al otro el Golfo de Méjico.

La Overseas Highway y los Cayos de Florida serán título de un próximo y amplio reportaje de ESCAFANDRA.

 

 

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