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Diciembre 2025 |
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Galeón
San José
no debía
ser
tocado:
la
intervención
improvisada
de Petro
(05.12.25)
Observer
publica
una
importante
investigación
y un
podcast
sobre
apnea y
dopaje
(04.12.25)
Buceadores
surcoreanos
encuentran
cuencos
de 900
años de
antigüedad
que
parecen
nuevos
(03.12.25)
Nueva
aplicación
RAID
Nitrox
Analyzer
disponible
para
descargar
(02.12.25)
La
ingeniería
forense
desvela
en
Ferrol
los
misterios
de tres
grandes
naufragios
(01.12.25)
RETO
RES30
busca
500.000
firmas
para
proteger
el 30 %
del
Mediterráneo
español
antes de
2030
(01.12.25)
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Galeón San José no debía ser tocado: la intervención improvisada de Petro
Mario
Omar
Fernández
Reguera
| El
pasado
reciente
ha
colocado
a
Colombia
ante un
dilema
de
enormes
dimensiones
éticas,
científicas
e
institucionales.
Lo que
el
gobierno
presentó
como un
acontecimiento
de
recuperación
patrimonial
sin
precedentes
-la
extracción
y
exhibición
de
piezas
del
Galeón
San
José-
fue, en
realidad,
la
manifestación
visible
de una
operación
marcada
por la
precipitación,
el
secretismo
y la
ausencia
de rigor
científico.
La
recuperación
de un
patrimonio
sumergido
no es
una
simple
operación
de
rescate,
sino un
proceso
altamente
complejo,
multidisciplinario,
y
delicado,
que debe
regirse
por los
más
altos
estándares
técnicos.
Cuando
esto no
ocurre,
los
costos
no son
simbólicos:
son
materiales,
irreversibles,
y
afectan
directamente
la
memoria
histórica
de una
nación.
El evento, transmitido casi en vivo y diseñado para el consumo mediático, mostró objetos brillantes, húmedos, recién extraídos del fondo marino, como si fueran trofeos rescatados de un pasado glorioso. Sin embargo, detrás del espectáculo, lo que se ocultó fue la inexistencia de protocolos de conservación activos, la exclusión de la comunidad científica y el uso de un yacimiento arqueológico como herramienta propagandística. Esta operación, lejos de ser un modelo de intervención patrimonial, constituye una grave advertencia sobre cómo los intereses políticos pueden socavar, e incluso destruir, el patrimonio cultural de una nación cuando no existen las garantías técnicas mínimas.
Una extracción sin justificación científica
¿Qué justifica la extracción de piezas del Galeón San José y la alteración de su contexto arqueológico? Hasta el momento, ni el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) ni el Ministerio de Cultura han ofrecido una explicación técnica, pública y verificable que respalde esta intervención. Las autoridades han evitado referirse a los criterios científicos que motivaron la operación y no han presentado protocolos claros que demuestren que las condiciones mínimas de conservación estaban garantizadas.
Es ampliamente aceptado entre arqueólogos y conservadores que el mejor lugar para preservar el patrimonio subacuático es precisamente su contexto original. Las condiciones de presión, oscuridad, temperatura y ausencia de oxígeno en el lecho marino profundo proporcionan un entorno de estabilidad que ningún laboratorio puede replicar completamente. Solo causas de fuerza mayor -como riesgo inminente de destrucción, impacto por obras de infraestructura, tráfico ilegal o deterioro acelerado documentado- podrían justificar científicamente una extracción de este tipo. Y hasta ahora, ninguna de esas causas ha sido demostrada por las autoridades competentes.
En diversos eventos y charlas académicas en las que he participado, representantes del gobierno colombiano afirmaron que se realizarían únicamente extracciones puntuales de pequeños fragmentos, con fines de análisis, y que serían tomadas de zonas periféricas del sitio, alejadas del núcleo más sensible del yacimiento. Sin embargo, la reciente recuperación de un cañón contradice por completo esa postura. No se trató de una muestra menor ni de una prueba controlada: fue una pieza estructural, icónica y central dentro del pecio, cuya extracción implica la alteración irreversible de su contexto arqueológico.
Esta contradicción entre lo anunciado y lo ejecutado aumenta la preocupación sobre la falta de planificación y transparencia en el manejo del patrimonio sumergido. Extraer sin una justificación técnica sólida no sólo es científicamente irresponsable, sino también éticamente cuestionable.
Un archivo subacuático sin paralelo
El Galeón San José no es una leyenda dorada ni un mito colonial: es uno de los contextos arqueológicos subacuáticos mejor preservados del mundo. Hundido en 1708 en el marco de la Guerra de Sucesión Española, el San José no representa únicamente un navío hundido con riquezas. Es un archivo físico que encapsula en su interior un universo entero: relaciones comerciales, rutas transoceánicas, ingeniería naval del siglo XVIII, jerarquías sociales a bordo, prácticas médicas y militares, intercambios culturales entre Europa y América, y muchas otras dimensiones que no pueden ser comprendidas sin una aproximación científica.
En la arqueología subacuática, el contexto es tan valioso como los objetos. La forma en que un ancla reposa respecto al casco, la ubicación de las vasijas, el tipo de amarre, la naturaleza de los materiales de carga y los restos humanos o animales -todo habla. Alterar ese ecosistema sin documentarlo exhaustivamente es equivalente a arrancar páginas de un códice antiguo y esparcirlas sin orden ni estudio. El naufragio, al encontrarse a profundidades superiores a los 600 metros, había sido protegido durante siglos por una combinación única de factores: presión hidrostática, temperatura constante, oscuridad absoluta y ausencia de oxígeno. Estas condiciones, imposibles de replicar artificialmente, convierten al sitio en un laboratorio natural de conservación excepcional.
La ciencia de la conservación: complejidad técnica ignorada
La extracción de materiales sumergidos no es una actividad trivial. Se trata de un proceso que debe contemplar variables físico-químicas extremadamente sensibles. Cuando un objeto se saca del fondo marino, comienza un proceso inmediato de degradación. En cerámicas, las sales solubles comienzan a cristalizar desde los poros, provocando fracturas invisibles al ojo humano. En metales, los cloruros acumulados actúan como detonantes de reacciones de corrosión acelerada. Incluso el vidrio y el cuero pueden desintegrarse si no se someten a procesos controlados de desalinización y secado gradual. Además, la reactivación microbiológica de hongos y bacterias puede acelerar procesos de biodeterioro en semanas.
Frente a estos riesgos, lo único que puede garantizar la conservación es una infraestructura científica robusta: laboratorios especializados en desalinización, cámaras de presión controlada, sistemas de monitoreo ambiental, personal con experiencia en conservación de patrimonio sumergido y protocolos de estabilización inmediata. Sin estas herramientas, lo que fue preservado por siglos bajo el mar comienza a deteriorarse irremediablemente en cuestión de días.
Y sin embargo, nada de esto fue visible durante la presentación oficial. No hubo mención de equipos técnicos interdisciplinarios, de planes de conservación post-extracción ni de documentación científica de campo. Lo que hubo fue un espectáculo cuidadosamente editado, orientado a generar aplausos y titulares, pero vacío de sustancia científica.
Improvisación a la vista: el cañón, la tina y el espectáculo
De todas las imágenes difundidas por el gobierno, quizás la que mejor expone el nivel de improvisación fue la extracción del cañón. Tras permanecer más de 300 años en condiciones de oscuridad, presión y temperatura estables, fue sacado abruptamente a la superficie y expuesto de inmediato a la intensa radiación ultravioleta e infrarroja de la luz solar, así como a las elevadas temperaturas del Caribe colombiano. Acto seguido, se le retiró todo el material adherido, es decir, su contexto arqueológico inmediato, que constituye una fuente invaluable de protección e información científica. Desde entonces, el metal quedó desnudo, vulnerado por un entorno hostil, y sometido a una manipulación constante por parte del equipo técnico, figuras políticas y visitantes oficiales. Un espectáculo lamentable, impropio de una intervención seria.
La precariedad del manejo se profundiza al observar el recipiente en el que fue colocado el cañón: una estructura improvisada, hecha con tríplex y forrada en su interior con plástico grueso sostenido por cinta adhesiva, como se evidencia en la imagen oficial que muestra al presidente de la República y a la ministra del ramo. Resulta incomprensible que, con los abundantes recursos invertidos en este proyecto y la proyección mediática que se le ha dado, no se haya previsto el diseño de un sistema de contención adecuado y seguro. ¿Puede calificarse esta escena como un “hito científico”? ¿O estamos, más bien, ante un caso insólito de improvisación, sin precedentes, a pesar de años de campañas, expectativas y declaraciones oficiales?
Otra
señal de
la falta
de
preparación:
la
cerámica
fracturada
Otra imagen reveladora del nivel de improvisación observado corresponde a una pieza de cerámica evidentemente fracturada. La rotura, claramente visible en primer plano, expone una superficie interna completamente blanca y limpia, con un brillo que evidencia que el daño no es antiguo, sino que ocurrió en el momento mismo de la extracción. El borde de la fractura contrasta marcadamente con los extremos erosionados de la pieza, lo que refuerza la hipótesis de una rotura reciente, probablemente producto de una manipulación inapropiada o de una falta de estabilización al emerger.
Todos fuimos testigos del manejo excesivo de las vasijas cerámicas, no sólo por parte del equipo de conservación, sino por otras personas visitantes. La pieza fue manipulada y sumergida en líquido en múltiples ocasiones, lo que pone en evidencia la ausencia de protocolos claros y una falta de criterios técnicos para la conservación preventiva en campo.
Aún más preocupante es el contexto en el que la pieza aparece: sumergida en un líquido no identificado, bajo exposición directa a iluminación intensa, y sin señales visibles de instrumentos que registren parámetros críticos como temperatura, salinidad o acidez. Elementos básicos que todo proceso serio de conservación debería monitorear constantemente, especialmente tratándose de las primeras piezas recuperadas de un yacimiento de esta magnitud. No se trata de alarmismo: se trata de criterios técnicos. Y estos, evidentemente, no están siendo aplicados con el rigor que la situación exige.
Más allá del anuncio: continuidad irregular en la recolección de piezas
Aunque en el comunicado inicial publicado en las redes del Gobierno de la República el 20 de noviembre se anunció la extracción de cinco piezas -entre ellas, una vasija de cerámica-, con posterioridad en los medios de comunicación aparecen al menos dos objetos en buen estado de conservación, además de una pieza que presenta una fractura.
A esto se suma una nueva declaración del Icanh en sus redes oficiales, donde se afirma:
“En el laboratorio se encuentran dos tazas de porcelana, una recolectada durante la visita del presidente Gustavo Petro Urrego al buque ARC Caribe, para complementar la muestra de los dos diseños presentes en el contexto arqueológico”.
La afirmación es particularmente reveladora por dos razones:
- Confirma que siguieron recogiendo objetos después del anuncio oficial, lo cual contradice el límite inicial de cinco piezas y sugiere que el proceso de extracción continúa sin una comunicación clara, transparente ni consistente para el país.
- Reconoce que una de las piezas fue recolectada durante una visita oficial del presidente, lo que implica que los criterios científicos, metodológicos y de conservación pueden haber sido subordinados a eventos protocolarios o mediáticos, rompiendo con las prácticas mínimas aceptadas para la manipulación de material arqueológico sumergido.
En conjunto, esta información crea un escenario de profunda preocupación científica e institucional. No solo se ha incrementado el número de piezas extraídas sin justificación técnica disponible, sino que los propios comunicados oficiales sugieren acciones improvisadas y motivadas por criterios ajenos a la conservación del patrimonio.
Una estructura institucional débil
El problema no es nuevo. Colombia arrastra una larga historia de negligencia en el manejo del patrimonio subacuático. No existe un sistema nacional articulado para coordinar la investigación, conservación y puesta en valor del patrimonio arqueológico sumergido. Los recursos asignados son escasos, los proyectos carecen de continuidad y la ausencia de personal técnico especializado es estructural. A lo largo de los años, se han registrado hallazgos de gran relevancia cuyas piezas terminaron deterioradas en depósitos inadecuados, sin tratamiento ni seguimiento, o completamente olvidadas.
Un caso paradigmático es el del posible navío San Felipe, extraído por el Icanh en aguas cercanas a Bocachica. Varias de las piezas recuperadas -lgunas de ellas tratadas por los mismos profesionales que hoy lideran la intervención sobre el Galeón San José- sufrieron un deterioro severo debido a la falta de tratamientos adecuados, la escasa supervisión técnica y la inexistencia de una planificación de largo plazo. Lo más grave es que aquella experiencia fallida no generó reforma alguna: no se revisaron los protocolos, no se fortalecieron las capacidades institucionales.
Por todo lo anterior, resulta profundamente lamentable que, en esta oportunidad -un proyecto cargado de expectativas, litigios y múltiples miradas nacionales e internacionales y con una asignación presupuestal significativa- se estén repitiendo los mismos errores. Se ha desperdiciado una ocasión única para establecer metodologías técnicas adecuadas, discutidas en espacios interdisciplinarios y validadas públicamente. Una oportunidad que pudo marcar un antes y un después en la gestión del patrimonio cultural subacuático en Colombia, y que hoy se diluye en los mismos patrones de improvisación, falta de control y ausencia de visión a largo plazo.
El tan mencionado “Laboratorio de Patrimonio Cultural Sumergido” continúa siendo, hasta ahora, una entidad fantasmagórica. No hay transparencia sobre su ubicación, su infraestructura, su personal técnico, ni sus funciones operativas. No ha sido visitado por las autoridades del Gobierno, y no existen fotografías, registros en video ni documentación pública que den fe de su existencia real. Si se tratara de una ficción institucional, esto tendría implicaciones graves.
“Tres monedas en el Museo Nacional”, otro gran interrogante
Otra de las preguntas que ha surgido en torno del hallazgo del Galeón San José es por qué, si el Gobierno colombiano ha anunciado públicamente la existencia de un moderno Laboratorio de Patrimonio Sumergido en Cartagena, las tres monedas extraídas fueron trasladadas al Museo Nacional de Colombia.
Esta decisión resulta difícil de justificar, especialmente si se considera que ni el Museo Nacional ni la llamada “Casita del Icanh” (una reserva técnica administrada por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia) cuentan con laboratorios especializados, infraestructura técnica adecuada, ni experiencia comprobada en la conservación de materiales provenientes de contextos subacuáticos.
El tratamiento de las monedas fuera del laboratorio especializado que el propio Estado ha promovido -y que está supuestamente en funcionamiento en Cartagena- no solo contradice las mejores prácticas internacionales, sino que plantea serias dudas sobre la planificación real del proceso. Además, debilita la confianza pública en el manejo técnico de un hallazgo arqueológico de altísimo valor histórico, científico y simbólico.
La academia: excluida deliberadamente
A lo largo de los años, la Red Universitaria de Patrimonio Cultural Sumergido -que agrupa a las principales universidades y centros de investigación del país- ha emitido comunicados públicos en los que exige transparencia, participación interdisciplinaria y respeto por los principios de la conservación científica. Sus miembros, entre los que se encuentran arqueólogos, biólogos marinos, ingenieros, químicos, físicos y expertos en restauración, han solicitado acceso a la documentación técnica, han ofrecido asesoría gratuita, han propuesto modelos de gobernanza. Nada de esto fue tenido en cuenta.
La exclusión de la academia no es un error: es una estrategia. Incluirla habría significado rendir cuentas, establecer estándares, aplicar protocolos y, sobre todo, aceptar límites. La ciencia -cuando es rigurosa- incomoda al poder. Porque dice lo que no se quiere escuchar: que el país no está preparado. Que las condiciones no están dadas. Que los riesgos son mayores que los beneficios inmediatos. Y que actuar sin preparación puede ser más destructivo que la inacción.
La Dimar y la Armada colombiana
Es importante reconocer el trabajo realizado por los profesionales de la Dimar y de la Armada de la República de Colombia. Su labor en investigación oceanográfica, en ciencias del mar y en operaciones subacuáticas -especialmente el trabajo de los buzos y el apoyo logístico y técnico brindado durante años- constituye un esfuerzo serio, disciplinado y profundamente comprometido. Su experiencia en navegación, seguridad marítima, cartografía, inspección subacuática y operaciones científicas en profundidad ha aportado insumos indispensables que no pueden pasarse por alto.
Sin embargo, es igualmente claro que ni su misión institucional ni su formación académica están orientadas a la valoración, conservación o estudio integral del patrimonio cultural sumergido. No les corresponde -ni por mandato ni por especialidad- definir criterios arqueológicos, diseñar protocolos de conservación o liderar procesos de manejo patrimonial.
Por ello, la responsabilidad no recae sobre estas instituciones marítimas, que han cumplido dentro del ámbito de sus competencias. El problema radica en las entidades patrimoniales del Estado, que no han asumido plenamente sus deberes técnicos, científicos y éticos en materia de conservación del patrimonio cultural sumergido. Son estas instituciones -y no la Dimar ni la Armada- las que han fallado en garantizar el rigor metodológico, la supervisión especializada y la gobernanza necesaria para una intervención de esta magnitud.
Un país ante una encrucijada
Colombia se enfrenta hoy a una decisión de fondo, de esas que marcan el rumbo histórico de una nación. Puede continuar utilizando su patrimonio cultural sumergido como una herramienta de marketing político, improvisando medidas, excluyendo a la academia y celebrando triunfos vacíos, carentes de legitimidad técnica y ética. Puede seguir construyendo narrativas superficiales sobre tesoros hundidos, mientras se erosiona silenciosamente el conocimiento, la historia y la soberanía cultural.
Pero también puede hacer una pausa, mirar con honestidad sus errores, y emprender un camino distinto. Puede, por fin, construir lo que nunca ha tenido: una política pública seria de conservación científica del patrimonio sumergido, sostenible en el tiempo, con participación real de la comunidad académica, abierta a la ciudadanía y con altos estándares de transparencia.
Porque conservar no es simplemente custodiar objetos. Es resguardar la memoria de un pueblo. Y permitir su deterioro -ya sea por acción irresponsable o por negligencia institucional- equivale a una forma de colonización interna. Es despojar a las generaciones futuras de la posibilidad de comprender su pasado, su geografía histórica y su papel en la narrativa global de los pueblos.
El Galeón San José no es una historia de oro y riquezas perdidas. Es un punto de inflexión, una oportunidad única para demostrar si Colombia está preparada para asumir con madurez y compromiso su responsabilidad cultural. Hasta ahora, esa prueba ha sido fallada.
Pero quizá aún estemos a tiempo. Tal vez este sea el momento de retomar el rumbo, de enmendar lo hecho y de empezar a construir un proyecto de país que valore su historia. Y que entienda que solo desde el conocimiento se forja una verdadera soberanía.
ESCAFANDRA/lasillavacia
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Observer publica una importante investigación y un podcast sobre apnea y dopaje
The
Observer
ha
publicado
una
investigación
detallada
sobre
cómo las
acusaciones
de
dopaje,
las
preocupaciones
sobre el
bienestar
de los
deportistas
y la
fragmentación
de la
gobernanza
siguen
influyendo
en la
apnea
competitiva
-El artículo, "En las profundidades, el corazón oscuro de la apnea", viene
acompañado
del
lanzamiento
de una
nueva
serie de
podcasts,
"Aguas
Profundas",
que
explora
la
cultura
y las
controversias
que
rodean a
este
deporte.
El incidente Vertical Blue de 2023
S.
W. |
Una
parte
importante
de los
informes
de The
Observer
vuelve a
tratar
la
controversia
de alto
perfil
que
involucró
a los
apneístas
croatas
Petar
Klovar y
Vitomir
Maricic
en la
edición
2023 de
Vertical
Blue (VB),
una de
las
principales
competencias
de
profundidad
del
deporte.
Según
los
organizadores
de VB y
la
información
posterior
de
medios
como,
una
inspección
de
equipaje
realizada
a la
llegada
de los
atletas
reveló
varias
sustancias
controladas
o
prohibidas
según
las
normas
de VB.
Como
resultado,
a ambos
atletas
se les
prohibió
competir
en VB
2023 y
en
futuras
ediciones
del
evento.
Tras el incidente, la CMAS, organismo rector internacional, abrió un expediente disciplinario. En enero de 2024, multó a ambos atletas con 5.000 € y les impuso una suspensión de seis meses por incumplir su Código Ético. La decisión se centró en la posesión de sustancias que se consideraban capaces de influir en el rendimiento o poner en peligro la seguridad de los atletas.
Fundamentalmente, la información pública, incluyendo los informes de la investigación de cuatro partes de D. B. confirma que las pruebas oficiales de dopaje en orina realizadas inmediatamente después del registro del equipaje dieron negativo. No se ha publicado ningún resultado positivo para ninguna sustancia prohibida para mejorar el rendimiento. El problema central, como se documenta, es, por lo tanto, la posesión de sustancias, no un caso confirmado de dopaje positivo.
A pesar de la controversia, ambos atletas compitieron posteriormente bajo las reglas de AIDA en el Campeonato Mundial de Profundidad AIDA de 2023, lo que pone de relieve la antigua desconexión regulatoria entre los principales organismos del buceo en apnea.
Los atletas y los oficiales se expresan
El artículo de The Observer incluye perspectivas de varias voces destacadas.
-
William
Trubridge,
organizador
de
Vertical
Blue,
analiza
los
desafíos
de
hacer
cumplir
los
protocolos
de
seguridad
de
los
atletas
y
antidopaje
sin
un
estándar
regulatorio
global
unificado.
- Thibault Guignes, un destacado buceador de profundidad francés, ofrece una perspectiva de las presiones competitivas en el nivel de élite y cómo la comunidad percibe la controversia actual.
- Maricic presenta su relato de los acontecimientos y las consecuencias posteriores. Klovar se negó a hacer comentarios para el artículo.
La serie de podcasts amplía estos temas y explora cómo la apnea ha evolucionado desde una disciplina minoritaria a un deporte de rendimiento cada vez más alto, y cómo ese cambio expone brechas en la gobernanza, la capacidad de prueba y la supervisión de los atletas .
Continuando la investigación
Los hallazgos de The Observer se entrecruzan con los problemas documentados en los propios informes de D. B. durante 2023-2024. Nuestra serie de cuatro partes examinó la evolución del panorama del dopaje, las discrepancias entre las normas de VB, AIDA y CMAS, y la falta de un marco antidopaje universalmente aceptado para la apnea . Muchas de las preocupaciones estructurales señaladas por The Observer se hacen eco de las planteadas en este trabajo anterior, entre ellas:
- Protocolos de prueba inconsistentes
- Jurisdicción poco clara entre los órganos rectores
- Recursos limitados para controles antidopaje independientes
- Confusión en la comunidad sobre qué constituye una sustancia prohibida
Estas brechas sistémicas contribuyen a la tensión que ahora se desarrolla en los niveles más altos de la competencia.
Implicaciones futuras para el deporte
Es probable que el informe de The Observer amplifique los pedidos de reforma en varias áreas:
- Estándares antidopaje unificados en VB, CMAS, AIDA y otros organismos
- Acceso más amplio a pruebas acreditadas, especialmente en competiciones de gran profundidad
- Definiciones más precisas de sustancias prohibidas, alineadas con la AMA o un código específico para la apnea
- Comunicación mejorada entre organizadores, atletas y reguladores
A medida que la apnea continúa su transición hacia un deporte competitivo global, la presión para tener reglas transparentes, consistentes y ejecutables solo aumentará.
ESCAFANDRA/db
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Buceadores surcoreanos encuentran cuencos de 900 años de antigüedad que parecen nuevos
Los cuencos están tan bien conservados que los observadores se mostraban escépticos ante la posibilidad de que siquiera fueran antiguos.
Mihai
Andreipor
| El mes
pasado,
buceadores
de la
costa de
Corea
del Sur
recuperaron
87
cuencos
y tazas
de las
oscuras
y
turbulentas
aguas.
Los
objetos
estaban
apilados
cuidadosamente,
paquete
a
paquete,
protegidos
por el
lecho
marino.
Pero
cuando
los
arqueólogos
los
presentaron,
casi
parecían
demasiado
nuevos.
Los internautas coreanos expresaron su escepticismo en los comentarios. ¿Cómo podría la frágil arcilla sobrevivir al peso aplastante del océano y al paso de nueve siglos sin un rasguño? La respuesta, señalan los investigadores, tiene que ver principalmente con el barro.
Una colección completa
Para
entender
por qué
estos
cuencos
parecen
nuevos,
hay que
entender
dónde se
encontraron.
Las
aguas de
Taean,
una
península
escarpada
que se
adentra
en el
Mar
Amarillo,
no se
parecen
a las
serenas
aguas
del
Mediterráneo.
Históricamente,
los
marineros
llamaban
a esta
zona
Nanjang,
un lugar
de
dificultades.
Es un
cementerio
de
barcos.
Durante
siglos,
los
barcos
fiscales
que
transportaban
grano y
cerámica
desde
las
provincias
del sur
hasta la
capital
tuvieron
que
navegar
por
estos
estrechos.
Las
corrientes
aquí son
traicioneras,
azotadas
por
enormes
mareas.
Cuando
un barco
cometía
un
error, a
menudo
se
hundía.
Pero una
vez que
tocaba
fondo,
la
situación
cambiaba.
El fondo
de la
costa de
Taean es
especial.
Alberga
los
Getbol,
vastas
marismas
declaradas
Patrimonio
de la
Humanidad
por la
UNESCO.
Están
compuestas
por
sedimentos
increíblemente
finos y
cohesivos.
Es un
lodo
pegajoso
y denso.
“Nuestras
marismas
de la
costa
oeste
están
dominadas
por
densos
depósitos
arcillosos”,
declaró
Park Ye-ri,
también
investigador
de la
División
de
Excavación
Subacuática
del
NRIMCH,
al Korea
Herald .
“Una vez
que un
pecio se
asienta
y queda
enterrado,
los
artefactos
quedan
prácticamente
sellados
bajo una
gruesa
capa de
lodo”.
Este
sellado
tiene
dos
efectos.
Primero,
amortigua
la caída
del
pesado
barco.
Esto
(sumado
a su
almacenamiento
inicial)
ayuda a
explicar
por qué
las
naves no
se
rompieron.
Más
importante
aún, el
sedimento
cubre
los
artefactos,
bloqueando
el
elemento
más
destructivo:
el
oxígeno.
Cuanto más oxígeno hay en el agua, más rápido se desintegran las cosas. En el lodo sin oxígeno, las cosas pueden conservarse durante siglos o incluso milenios. Esto es lo que ocurrió aquí. Este entorno sin oxígeno, o anaeróbico, es el protagonista de esta historia.
La química del jade
Las
piezas
de
cerámica
provienen
del
Reino de
Goryeo,
fundado
en el
año 918.
La
cerámica
en sí
data del
siglo
XII .
Este
tipo de
cerámica
se
denomina
celadón,
término
que se
refiere
tanto a
la
cerámica
esmaltada
de color
verde
jade
celadón
como al
propio
esmaltado.
El
celadón
era muy
apreciado
en el
Imperio
chino y
en
varios
otros
reinos
de Asia.
El
celadón
de alta
calidad
se
considera
una de
las
mejores
piezas
cerámicas
de la
historia
de la
humanidad.
Además,
estas
piezas
utilizan
la
técnica
de
incrustación
"Sanggam",
exclusiva
de
Corea.
Encontrarlas
en
perfecto
estado
tiene un
valor
arqueológico
incalculable
.
Si estos cuencos hubieran estado expuestos a agua de mar rica en oxígeno durante 900 años, el hierro del vidriado podría haberse reoxidado, convirtiendo ese verde brillante en un marrón oxidado y opaco. El vidriado se habría picado. En cambio, el barro congeló la composición química, manteniéndola prácticamente inalterada.
Quienquiera que haya colocado la cerámica en el barco también hizo un buen trabajo. Las 87 piezas recuperadas se encontraron en pilas compactas. Así fue como se empaquetaron para su envío, probablemente atadas con paja o madera desintegrada hace mucho tiempo. Hong Gwang-hui, investigador de la División de Excavaciones Subacuáticas del NRIMCH, señaló que este método de empaquetado buscaba ahorrar espacio en el barco y, de hecho, salvó los artefactos del naufragio.
“Cuando la cerámica se anida, los cuencos interiores quedan protegidos de forma natural de los impactos externos”, dijo Hong. “Incluso si se forman grietas, suelen ser leves y restaurables”.
El misterio de “Mado 5”
Los investigadores desconocen con certeza el origen de esta cerámica ni su destino. Pero este descubrimiento forma parte de un enigma mayor. Los cuencos se encontraron cerca de un naufragio identificado provisionalmente como "Mado 5".
El nombre hace referencia a la isla Mado, una pequeña extensión de tierra en el condado de Taean. Esta zona se está convirtiendo en el "Valle de los Reyes" de la arqueología marítima coreana. Desde 2009, se han encontrado otros cuatro barcos (Mado 1, 2, 3 y 4) en estas inmediaciones. Lo que hace que esto sea tan emocionante para los arqueólogos no son solo sus hermosos cuencos. Es también su potencial para contextualizar .
En excavaciones anteriores de Mado, el barro preservó más que solo cerámica. Preservó etiquetas de carga de madera que eran básicamente antiguas etiquetas de envío. Estas tiras de bambú son el Santo Grial de la arqueología subacuática, ya que nos indican quién envió el paquete, quién debía recibirlo y qué contenía exactamente.
“Si se encuentran etiquetas de madera o marcas de bambú dentro de un casco, pueden indicarnos dónde se fabricó la cerámica y a quién se enviaba”, dijo Hong. “Proporcionar ese tipo de contexto es el objetivo de la arqueología. No solo estamos recuperando artefactos, sino reconstruyendo las conexiones que los rodean”.
Los artefactos se exhiben en el Instituto Nacional de Investigación del Patrimonio Cultural Marítimo en Taean y en el Museo Nacional del Palacio en Seúl.
ESCAFANDRA/zmescience
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Nueva aplicación RAID Nitrox Analyzer disponible para descargar
La nueva aplicación RAID Nitrox ya está disponible para descargar, incluyendo todo lo que necesita para utilizar Nitrox de forma segura a su alcance.
Las
características
de la
nueva
aplicación
RAID
incluyen:
- Simulación práctica del analizador de nitrox.
- Práctica de análisis de gases en tiempo real.
- Calculadoras de buceo profesionales.
- Soporte multi-idioma.
- Interfaz intuitiva y fácil de usar.
-
Acceso
sin
conexión
a
todo
el
contenido.
Además, la nueva aplicación es un centro de aprendizaje integral para todo lo relacionado con Nitrox. El contenido al que puedes acceder desde la aplicación incluye:
- ¿Qué es Nitrox y cómo funciona?
- Mezclas de gases comunes y sus aplicaciones.
- Beneficios del buceo con nitrox
- Concientización y prevención de la toxicidad del oxígeno
- Cálculos MOD explicados.
- Procedimientos de seguridad y mejores prácticas.
- Tipos de analizadores y mantenimiento.
- Procedimientos de análisis de gases.
- Pautas para el cuidado del equipo.
- Requisitos de certificación.
- Leyes de los gases y fundamentos de la física.
-
Estrategias
de
planificación
de
inmersiones.
- Calibre correctamente el analizador.
- Analizar diferentes mezclas de gases (EAN28, EAN32, EAN36, EAN40).
- Comprenda los tipos de analizadores y sus diferencias.
- Domine los ajustes adecuados de entrada y dial.
- Calculadora MOD: calcula la profundidad operativa máxima según el porcentaje de oxígeno y los límites de PPO2
- Calculadora EAD: determine la profundidad de aire equivalente para la carga de nitrógeno.
- Admite unidades métricas e imperiales.
- La aplicación RAID Nitrox está disponible para descargar para iOS y Android.
ESCAFANDRA/db
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La ingeniería forense desvela en Ferrol los misterios de tres grandes naufragios
Desde el Santísima Trinidad hasta el Bayesian, un velero de lujo hundido en 2023, dos ingenieros navales reconstruyen en Exponav las causas de los siniestros marítimos más enigmáticos
Ada
Romero
| La
ingeniería
naval
forense
es la
disciplina
capaz de
desentrañar
los
secretos
de los
naufragios,
incluso
siglos
después
de que
ocurrieran.
Dos
expertos,
Guillermo
Gefaell
Chamochín
y Juan
Manuel
López
Vázquez,
han
presentado
en la
sala
Carlos
III de
Exponav
de
Ferrol
las
claves
de tres
siniestros
emblemáticos:
el del
Santísima
Trinidad
en 1805,
el del
Reina
Regente
en 1895
y el
reciente
hundimiento
del
velero
Bayesian
en la
costa de
Palermo.
¿Qué es la ingeniería naval forense?
Guillermo Jefael Chamochín explica que la ingeniería naval forense, también llamada ingeniería inversa, es una rama de la ingeniería naval que se apoya en otros conocimientos para investigar "qué es lo que ha pasado a los barcos". Su aplicación no se limita a accidentes, sino que también permite "saber las características, las prestaciones de todo tipo de barcos históricos y embarcaciones".
La investigación de buques históricos es un campo que, según Chamochín, los ingenieros navales habían atendido poco en los últimos años. Impulsados por la "curiosidad", un comité de la Asociación de Ingenieros Navales de España busca ahora recuperar esa atención. "Estas cosas, además, cuando las haces, no te las paga nadie, estas se hacen por puro amor al arte", confiesa el investigador.
Tres siglos de naufragios a examen
Uno de los casos más controvertidos es el del crucero Reina Regente, desaparecido en 1895 con 420 tripulantes. Chamochín sostiene que el informe oficial de la época fue manipulado para ocultar fallos en la nave. En su opinión, la causa real fue un problema grave de estabilidad que el buque sí padecía.
El análisis del velero Bayesian, hundido en 2024 cerca de Palermo, también arroja luz sobre las causas del siniestro. La investigación se inició para contrarrestar la "información incorrecta" que circulaba en los medios. Chamochín descarta errores de la tripulación: "Yo creo que no pudieron hacer absolutamente nada". Su hipótesis apunta a una cuestión de reglamentación y a un diseño vulnerable en condiciones extremas.
ESCAFANDRA/cope
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RETO RES30
busca 500.000 firmas para
proteger el 30 % del
Mediterráneo español antes de
2030
Reunir 500.000 firmas ciudadanas para presentar una Iniciativa
Legislativa Popular (ILP) que
promueva la protección del 30 %
del mar Mediterráneo español
antes de 2030, es el objetivo
que se ha marcado RETO RES30,
una iniciativa impulsada por
United Way España que combina
movilización social y educación
ambiental para fomentar la
defensa de los ecosistemas
marinos.
Madrid
| El programa invita a centros
educativos, empresas,
instituciones y ciudadanía a
sumarse a este esfuerzo
colectivo por la conservación
del medio marino. Los colegios
participantes recibirán un sello
digital de reconocimiento,
acceso a materiales educativos y
la posibilidad de participar en
actividades y proyecciones del
documental “OCEAN”, que tendrán
lugar este mes de noviembre en
Madrid y Barcelona.
- “El océano es nuestro origen común. Protegerlo no es solo una causa ambiental, sino una cuestión de supervivencia y de justicia intergeneracional”, subrayó la directora general de United Way España, Marina Fuentes Arredonda. “RETO RES30 es una llamada a la acción dirigida a todas las personas, especialmente a las nuevas generaciones, quienes heredarán las consecuencias de nuestras decisiones”.
Una red global con impacto local
United Way Worldwide se creó en 1887, esta presente en más de 40 países y trabaja a través de una red de más de 1.000 fundaciones comunitarias para fortalecer el bienestar y la resiliencia de las comunidades locales, detallan en un comunicado.
En España, la fundación impulsa programas en educación, salud, empleabilidad y resiliencia comunitaria, abordando los desafíos sociales desde una perspectiva integral y colaborativa.
Desde su creación en 2016, la entidad en España moviliza a comunidades, empresas y administraciones públicas para crear oportunidades que permitan a todas las personas prosperar, en especial las más vulnerables.
ESCAFANDRA/efe
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